De Cartagena a Valencia
Olalla Gómez Fontecha (Madrid)
Rosa Espadero Canelo (Cáceres)
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Olalla y Rosa.
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Todo indicaba que iba a ser un día tranquilo, pero la Ruta
Quetzal BBVA cambia con frecuencia lo que pensamos por lo que después
sucede en realidad. Así, por ejemplo, el megáfono de
Luna fue sustituido por la megafonía del Hernán Cortés.
Rápidamente subimos las escaleras del barco para ir a las duchas,
pero el agua se agotó.
Nos contentamos con ir a desayunar e ir después a visitar
la base submarina de la Armada Española. Salimos del buque
y en la base nos recibieron los militares con una bienvenida y una
ordenación para comenzar la visita. Realizamos seis diferentes
actividades, desde visitar el interior de un submarino, conferencias
sobre el escape y rescate en caso de accidente, simulacro de inundación
y visita a un simulador de la cabina de mandos. Fue muy interesante
porque normalmente nadie tiene la oportunidad de hacer algo así.
Allí mismo en la base submarina nos hicimos la típica
foto de grupo. Todos estábamos exhaustos del calor que hacía
en Cartagena y lo único que nos apetecía ya a esas horas
del mediodía era estar a la sombra y llegar pronto al barco.
Por suerte nuestro sueño se cumplió y algunos aprovechamos
momentos para dormir, otros para escribir en los diarios esas dedicatorias
de "despedida" que, una vez en casa, todos leeremos para
recordar a toda la gente de la Ruta.
La navegación rumbo a Valencia duraría todo el día
y toda la noche, así que había que aprovechar la tarde
en el barco. Después de comer nos tocaban talleres y, además
de esgrima y aeróbic ya conocidos, se añadió
otro muy llamativo de recorrido guiado por el buque Hernán
Cortés. La visita se nos hizo amena y muy interesante.
También nos encantó estar en proa durante unos minutos
de relax contemplando el intenso azul marino del Mediterráneo.
Esos instantes son los que te hacen disfrutar y reflexionar sobre
las nuevas experiencias que estamos viviendo. Hay que decir que el
rato que estuvimos esperando antes de la cena, un relajante "taller
de masajes" y "coreografías de baile moderno"
fueron muy divertidos y admirados por los marineros que nos observaban
sorprendidos.
Tras los talleres, nos encontraríamos con la dos grandes sorpresas
del día: la suculenta cena que nos esperaba, ya que hacía
tiempo que no nos comíamos un simple huevo frito con patatas.
Y la segunda y más animada sorpresa: el concurso de canciones
por grupos "amigachu mix", que fue una especie de Eurovisión
entre los distintos grupos de la Ruta. Aunque cansados, pero no aburridos,
cada grupo nos inventamos las letras de las canciones. Incluso teníamos
un jurado llevado a cabo por tres marineras muy marchosas y existía
también el "aplausometro" para medir la canción
preferida. El grupo 17 se proclamó campeón de los Ruteros.
Y mientras contemplábamos la colorida puesta de sol frente
a las costas de Calpe, el megáfono nos avisaba para la cena
que nos esperaba. Hacía tiempo que no nos comíamos un
simple huevo frito con patatas, hamburguesas, empanadillas... Y a
dormir, que es necesario recuperar fuerzas para la jornada que nos
espera en Valencia.
