Torrox, tierra de Almanzor
Tania Ramonde (A Coruña)
Julia Plaza (Toledo)
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Tania y Julia.
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Liro-lí, liro-lá... Siete menos cuarto y yo desmontando
la tienda...que en mi casa no me levantaría hasta las once.
Nos queda el consuelo del super-desayuno militar, cien por cien azúcar,
ya sabes. Y luego conferencia sobre Almanzor, eso sí me apetece.
-Será en la Iglesia de la Encarnación de Torrox, ¿no?
-Sí, creo que sí, pero yo iré a que me vea la
rodilla un traumatólogo y ya me contarás.
-Tiempo: dos horas. Lugar: autobús. Actividad: dormir. Destino:
Torrox. Pues bien, yo, Julia, tras este paréntesis vespertino,
puse a eso de las once y media el pie en el campo de fútbol
de la malagueña y muy calurosa ciudad de Torrox.
Volvimos a lo que ya es una rutina: abandonar nuestro querido bus
con su aire acondicionado para seguir el paso de nuestro incansable
Luna que, como por todos ya es sabido, es un gran escalador de las
cuestas arriba y del andar a pleno sol. Hay que sufrir para ser quetzales.
Abanderados al Ayuntamiento, para foto oficial con el alcalde. Los
demás, a ligar moreno rutero en la plaza del pueblo. Y, un
poco más tostadas, llegamos a una parroquia donde nos dieron
la bienvenida y el gran maestro Sánchez Adalid nos habló
largo y tendido de Almanzor, del cual ya sabemos vida y obra. Además,
nos hicimos una foto del califa en su estatua de bronce, que adornaba
la plaza. Había que seguir haciendo culto a nuestra estrellita
amarilla.
Después nos invitaron a la piscina municipal donde, de forma
o no injusta, sólo algunos, los que por vagancia llevábamos
el bañador puesto, nos pudimos refrescar, viendo por la reja
a los ojos de nuestros compañeros que se quedaron fuera.
Hospital. La mañana según Tania. Tres lesionadas,
tres rodillas y algo de escayola, mucho reposo absoluto y un poco
de chocolate para calmar el hambre de un caluroso mediodía.
De comida, sólo migas, melón y ensalada alpujarreña,
pero da igual: la gente es la gente y el pájaro que intentaron
adoptar en el grupo 16 fue la alegría de mi día.
