Recuerdos del Mulhacén
Álvaro Laguna (Sevilla)
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Álvaro.
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Han pasado ya dos días desde la subida al Mulhacén
y es el momento en el que los expedicionarios quieren brindar su recuerdo
a uno de los mejores momentos de la Ruta Quetzal BBVA 2003. El Mulhacén
sigue vivo en todos ellos y, después de dos noches de descanso,
todo el mundo quiere dejar constancia de su experiencia. Recogemos
algunos datos que, todos ellos juntos bien pueden titularse Recuerdos
del Mulhacén, aunque un tanto a destiempo de las crónicas
inmediatas que publicamos ayer mismo.
Tiéndeme una mano y subiré montañas
Hay gente que se pregunta ¿de qué sirve subir montañas?
Aquí, en la Ruta, no sólo he encontrado una respuesta,
sino un tesoro de sensaciones.
Cuando en la cima, derrotado, te golpea el viento helado en el sudor
que te resbala por la espalda, el candor cálido de un abrazo
es suficiente para hacer olvidar el cansancio, la sed o el frío.
Cuando en la cuesta más empinada, alguien te tiende la mano
o te brinda unas palabras de ánimo, cuando te ofrecen agua
o se preocupan por ti... Un sencillo ¿cómo estás?
Te hace sentir afortunado por estar viviendo algo único bajo
el marco de la Ruta Quetzal BBVA y rubricado por cada uno de los expedicionarios.
Del Mulhacén se podrían contar infinidad de maravillas
y describir innumerables paisajes de esos que no se olvidan fácilmente.
Pero yo prefiero quedarme con la parte humana ¿qué sería
del pico más alto de la Península sino la gente no extrajera
de sus caderas el placer de superar un reto? Un reto como puede ser
llegar a lo más alto, tanto física como psicológicamente.
Es en los placeres difíciles donde está la plenitud,
la verdadera felicidad, felicidad que hemos compartido los expedicionarios
de la Ruta no sólo en la ascensión del Mulhacén
sino durante todo nuestro viaje.
