Esperando en el campamento base
Silvia Tendeiro (Portugal)
Karina Bañuelos (México)
Silvia Cambero (México)
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Karina y Silvia.
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Los que no pudimos subir al Mulhacén, por motivos de salud,
cansancio y traumas del Pico Duarte, esperamos en el campamento base
de Capileira, a la salida del camino que viene de bajada del Mulhacén.
Allí esperamos a nuestros héroes compañeros.
A las 9,30, Aroa nos avisó que ya estaba listo nuestro suculento
desayuno militar: leche condensada, galleta dulce, una barra de chocolate
y un cereal de granold; todo con un toque super dulce para darnos
energía durante el día.
No obstante, y como todos ya sabemos, un día en la Ruta es
siempre agitado, difícil y en el que estamos en constante aprendizaje.
Nos impartieron diversos talleres académicos que dividieron
a los expedicionarios en las modalidades de esgrima, aeróbic
y cartelismo. Los talleres fueron muy dinámicos: por ejemplo,
Elena puso en aeróbic un ambiente muy divertido y una coreografía
nueva, la cual pensábamos montar a la llegada de los chicos
que subieron al Mulhacén. El profesor Julián, de cartelismo,
estuvo como siempre en busca de los hermosos paisajes que la naturaleza
nos brinda en este pueblo de Capileira; y, en esgrima, Martín
con su rompé y marché, por alrededor de
dos horas que se fueron en un abrir y cerrar de ojos.
Como una buena muestra de solidaridad y compañerismo, montamos
absolutamente todo el campamento para nuestros compañeros que
llegarían a lo largo del día. Los monitores que estaban
con nosotros quedaron sorprendidos por nuestra rapidez, y nos dieron
algo de tiempo libre antes de comer para arreglar por completo sus
mochilas y tiendas. De nuevo, comida del Ejército, aunque mucha
de ella se quedó en las latas.
Cuando terminamos de comer, avisaron a los monitores que faltaba
poco tiempo para que los expedicionarios que subieron al Mulhacén
llegaran al campamento, por lo cual nos animaron para hacer unos carteles
en los que diéramos una bienvenida y felicitaciones a nuestros
valientes amigos. Todos queríamos hacer algo por nuestro grupo,
consiguiendo los cartones de cajas más grandes, la mayor cantidad
de marcadores y la mejor frase para darle ánimo a todos.
Estando en eso, recibimos la visita de Miguel Quadra-Salcedo, quien
sugirió que bajáramos a conocer Capileira mientras todo
el campamento se reuniera de nuevo. Algunos se quedaron en la base
para colgar todos los mensajes que habíamos hecho previamente
y recibir a los aventureros; la otra parte bajamos al pueblo para
visitarlo, comprar helados, refrescos en el supermercado y llamar
a nuestros familiares.
Después de falsas alarmas, al fin llegan los primeros carros
con los muertos de cansancio y, en pequeños grupos los primeros
compañeros del Mulhacén, que fueron recibidos con botellones
de agua, música, cantos y muchos abrazos. Al estar completo
el campamento, de nuevo sentimos ese ambiente de unidad que para estas
fechas es de lo más fuerte. Todos estamos tristes y felices
al mismo tiempo: por una parte, porque sólo faltan 10 días
para que esta experiencia se termine y también por la alegría
de volver a casa.
