Crónica del 21 de julio

Esperando en el campamento base
Silvia Tendeiro (Portugal)
Karina Bañuelos (México)
Silvia Cambero (México)


Karina y Silvia.

Los que no pudimos subir al Mulhacén, por motivos de salud, cansancio y traumas del Pico Duarte, esperamos en el campamento base de Capileira, a la salida del camino que viene de bajada del Mulhacén. Allí esperamos a nuestros héroes compañeros.

A las 9,30, Aroa nos avisó que ya estaba listo nuestro suculento desayuno militar: leche condensada, galleta dulce, una barra de chocolate y un cereal de granold; todo con un toque super dulce para darnos energía durante el día.

No obstante, y como todos ya sabemos, un día en la Ruta es siempre agitado, difícil y en el que estamos en constante aprendizaje. Nos impartieron diversos talleres académicos que dividieron a los expedicionarios en las modalidades de esgrima, aeróbic y cartelismo. Los talleres fueron muy dinámicos: por ejemplo, Elena puso en aeróbic un ambiente muy divertido y una coreografía nueva, la cual pensábamos montar a la llegada de los chicos que subieron al Mulhacén. El profesor Julián, de cartelismo, estuvo como siempre en busca de los hermosos paisajes que la naturaleza nos brinda en este pueblo de Capileira; y, en esgrima, Martín con su “rompé y marché”, por alrededor de dos horas que se fueron en un abrir y cerrar de ojos.

Como una buena muestra de solidaridad y compañerismo, montamos absolutamente todo el campamento para nuestros compañeros que llegarían a lo largo del día. Los monitores que estaban con nosotros quedaron sorprendidos por nuestra rapidez, y nos dieron algo de tiempo libre antes de comer para arreglar por completo sus mochilas y tiendas. De nuevo, comida del Ejército, aunque mucha de ella se quedó en las latas.

Cuando terminamos de comer, avisaron a los monitores que faltaba poco tiempo para que los expedicionarios que subieron al Mulhacén llegaran al campamento, por lo cual nos animaron para hacer unos carteles en los que diéramos una bienvenida y felicitaciones a nuestros valientes amigos. Todos queríamos hacer algo por nuestro grupo, consiguiendo los cartones de cajas más grandes, la mayor cantidad de marcadores y la mejor frase para darle ánimo a todos.

Estando en eso, recibimos la visita de Miguel Quadra-Salcedo, quien sugirió que bajáramos a conocer Capileira mientras todo el campamento se reuniera de nuevo. Algunos se quedaron en la base para colgar todos los mensajes que habíamos hecho previamente y recibir a los aventureros; la otra parte bajamos al pueblo para visitarlo, comprar helados, refrescos en el supermercado y llamar a nuestros familiares.

Después de falsas alarmas, al fin llegan los primeros carros con los muertos de cansancio y, en pequeños grupos los primeros compañeros del Mulhacén, que fueron recibidos con botellones de agua, música, cantos y muchos abrazos. Al estar completo el campamento, de nuevo sentimos ese ambiente de unidad que para estas fechas es de lo más fuerte. Todos estamos tristes y felices al mismo tiempo: por una parte, porque sólo faltan 10 días para que esta experiencia se termine y también por la alegría de volver a casa.

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