Crónica del 20 de julio

Visita a la Alhambra
Carla Portilla (Estados Unidos)
Kara Helmke (Estados Unidos)


Carla y Kara.

Fuimos a La Alhambra y vimos todos los escritos por las paredes. Entramos en un cuarto que estaba diseñado en una forma de parábola. Dentro, si te quedabas en el medio, podías sentir las ondas que rebotaban. Era muy interesante. Pudimos ver La Alhambra solos, así que no teníamos a nadie que nos urgiera con la visita y pudimos verla a gusto.

Fue impresionante. Tiene un color rojizo y está encima de la ciudad, desde arriba se puede ver todo Granada. Dentro de La Alhambra hay una peculiaridad muy interesante: La Alhambra no tiene una forma exacta, pero el palacio de Carlos V, construido en el interior, es redondo. Es algo muy raro: un círculo dentro de un cuadrado.

Otra peculiaridad fue ver las pinturas de gente en los techos. Los de Islam no pintan a gente en los techos de las habitaciones porque es contra su religión. Creen que es así porque, como Dios creó la raza humana, los islámicos no pueden crear a la gente. No creen que sería lo correcto.

Las paredes estaban talladas y había diferentes niveles y colores. ¡Eran preciosas! También había un lenguaje tallado en las paredes de algunos cuartos. Parecía que tenía algún tipo de historias o cuentos que contar. En una habitación por donde pasamos había una placa con el nombre de Washington Irving. Decía la placa que allí había escrito un libro titulado Cuentos de La Alhambra.

A continuación fuimos a comer y algunos de nosotros nos tropezamos con turistas de Estados Unidos y Canadá. Se quedaron alucinados con toda la gente que había en la Ruta. Durante la comida, los expedicionarios estaban nerviosos porque no sabían con qué grupo les tocaba para subir el Mulhacén: tortugas, cebras y linces (los más rápidos).

Enseguida nos dirigimos a Trevélez y desde allí comenzó todo el mundo a subir menos los que tenían algún problema para caminar con garantías. Algunas chicas se unieron al grupo de los linces y al final este grupo rápido fue el que tuvo más trabajo porque tenían que animar y empujar a todos los demás que iban más despacio.

En la caminata se nos unió la Ministra de Educación de España. Después de una breve parada en una Misa rápida tenida sobre la plataforma de una era de trigo, situada sobre el pueblo, comenzó la ascensión. La gente del pueblo fue muy amable, nos daban gorras, mapas, pins y una botella de agua muy grande.

¿Preparados para subir? Las tortugas iban delante, después las cebras. Los linces, rápidos, subieron los últimos dejando un espacio después de tortugas y cebras. Al final del día, en el campamento base la gente que decidió no subir echaba de menos a sus compañeros, pero estaban muy contentos por su valentía. Montaron las tiendas, cenaron comida del Ejército Español y se fueron a dormir tempranito, ansiosos de noticias por la llegada de sus compañeros a la cima del Mulhacén y su vuelta al campamento base.

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