Crónica temática

La convivencia lejos de casa
Gina Vitale (Argentina)


Gina.

Imagínense 340 personas de diferentes culturas, opiniones, costumbres e intereses. Imagínense esas trescientas cuarenta personas conviviendo las veinticuatro horas del día y cada una con sus necesidades, defectos y habilidades. Esto no es una bomba de tiempo a punto de estallar, no, es simplemente la Ruta Quetzal BBVA 2003.

Como todo en la vida, puede ser interpretado de dos formas, según se quiera ver el lado positivo o el negativo. A mi parecer, debe existir un equilibrio, como el ying y el yang: todo lo bueno tiene algo malo y todo lo malo, algo bueno. Eso es lo que se busca en la Ruta y sobre lo que se trabaja día a día.

Somos 340 personas que parece un número pequeño para muchas cosas, pero enorme para muchas otras. Esto se refleja a la hora de servir la comida, de movilizarnos, de ducharnos en apenas doce duchas o bajo la manguera de un bombero y en cualquier otra actividad para la que no hay tiempo que perder. Esto, a la vez, es motivo de múltiples confusiones y pequeñas discusiones entre los expedicionarios, entre monitores, entre monitores y expedicionarios, etc.

Además, un factor que influye bastante, es la lejanía de nuestros hogares, amigos, familia rutera, enemigos... Porque siempre en algún momento de la Ruta necesitamos apoyos y a veces nuestros compañeros nos pueden ayudar, pero muchas otras veces, no. Estar lejos de nuestra "placenta" implica muchos estados de humor e influye en la relación con otras personas; porque no sólo extrañamos a nuestros padres; también extrañamos nuestra gente, nuestra forma de ser en otras condiciones, algunos también extrañan algunas comodidades, que yo pienso que se pueden dejar de lado; y otros extrañan la comida y se nota en los pantalones sueltos.

A pesar de esto, la Ruta no es una experiencia maravillosa, es una experiencia única, que muchos quisieran vivir; por lo que creo que la debemos disfrutar al máximo en todo: en las conferencias, ya sea despiertos o durmiendo; en los buses, a la hora de probar sabores nuevos o de charlar con nuestros compañeros. Porque la Ruta no son sólo actividades y conferencias y nada más. Hay un intercambio cultural muy grande, ya sea entre los latino americanos, con los diferentes términos, con los españoles y su forma de hablar o de ser y con los que tienen un lenguaje diferente. Todos ellos hacen intentos, a veces inhumanos para poder comunicarse, lo cual valoramos mucho y la mayoría de nosotros hacemos todo lo posible para que nos entiendan.

Nunca pensé que me iba a comunicar también con gente de Holanda, mi amiga Kitie, y que le iba a poder enseñar palabras en español, comunicarme con personas de Brasil, de Jamaica, que considero un país emocionante, de Haití, que no conocía mucho, Bélgica, Inglaterra, Suecia, Suiza, las personas simpáticas del Caribe y de muchos países cercanos al mío.

Se pone en práctica la tolerancia y la paciencia frente a cosas diferentes. Frente a las malas actitudes de personas que atraviesan un mal momento, y otras que no, aprendemos a relacionarnos con personas de todo tipo, porque no nos queda otra opción. Todos los días conoces un poquito más a alguien o hablas con alguien con quien nunca habías hablado.

No sólo conoces gente nueva sino que te relacionas con la mayoría fuertemente y haces amistades que, si ambas partes se lo proponen, pueden seguir en contacto. Pensamos muy diferente, creemos en cosas muy diferentes y somos muy diferentes; por eso esto crea diferencias, que son pocas, porque la mayoría de nosotros estamos felices de estar acá "y es lo que tanto estábamos esperando".

Pero todos somos personas, todos sentimos, todos extrañamos algo cuando estamos aburridos, todos necesitamos ayudar y ser ayudados. Todos queremos y queremos ser queridos. Todos tenemos problemas y complejos. Como dice un amigo en la Ruta "todos somos iguales, cayó el marxismo".

Esto nos permite ayudarnos y apoyarnos en los momentos más difíciles. Solidaridad, respeto, honestidad, tolerancia e inteligencia. Son herramientas más útiles que la esterilla, el saco o la mochila.

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