Crónica del 16 de julio

Bodas de Camacho el Rico
Paula Pérez (Logroño)
Andrea Zavala (Madrid)


Paula y Andrea.

Mientras nuestros compañeros expedicionarios disfrutaban de tiempo libre en aquel Cigarral, algunos estuvimos reunidos con los monitores porque esa noche nos íbamos a disfrazar par dar verosimilitud a la representación de las Bodas de Camacho descritas por Cervantes en El Quijote.

Se vieron disfraces de los soldados de Flandes, de espadachines encarnados por expedicionarios que habían participado en clases de Esgrima de la Ruta y de tunos que pertenecían al aula de Música. A pesar de algunos pequeños inconvenientes como el tallaje de nuestros vestidos medievales, estábamos preparados para encajar perfectamente en una Boda de Camacho real.

Tras una breve conferencia a la entrada de la finca del Cigarral, los invitados comenzaron a llegar y el maestro Martín Kronlund, que era el mejor que podía representar el papel de Don Quijote por su esbeltez, altura y manejo de la espada y el florete, nos ofreció una clase magistral de Esgrima con sus pupilos, los jóvenes espadachines.

Un millar de personas acudieron al Cigarral, donde se celebraban la Bodas de Camacho el Rico. Organizada por la empresa pública Don Quijote de la Mancha 2005, S.A. Se escenificó este pasaje del Quijote siguiendo con la mayor fidelidad posible el relato de Cervantes. Entre los invitados se encontraban el Vicepresidente del Gobierno Regional, José María Barreda, y Consejeros de Castilla La Mancha, Rector de la Universidad, Concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Toledo, así como representantes del mundo político, empresarial, social y cultural de la ciudad.

Alrededor de las 8:00 ascendimos por un paseo, en cuyos márgenes se habían colocado puestos de venta a modo de mercado medieval, y al son de canciones de época llegamos hasta la plaza donde tendría lugar el renombrado banquete de las Bodas de Camacho. Se comenzó por la lectura del capítulo 20 de la segunda parte del Quijote, en donde se narra el susodicho banquete. La finca del Cigarral, en la altura, tiene una hermosa vista de Toledo, sobre todo en aquel atardecer lleno de colores rojizos. Los lectores eran profesionales del teatro o de los medios de comunicación entre los cuales se encontraba J. L. Galiardo y otros actores importantes.

A continuación se dio paso a canciones y bailes populares, lectura de romances por juglares, títeres, participación de ruteros, pinches de cocina, tunos... El banquete llegó, una vez que se casaron los novios y, tras los vítores de rigor, todos pudimos degustar los manjares que ciaba Cervantes: queso manchego, torreznos, ajo blanco, caldo, migas, gachas, cochinillo, escabeche de conejo, novillo relleno de lechones, olla podrida, estofados de aves, estofado de liebre con judías blancas, frutas de sartén, arrope, pestiños y sorbete de rosas...en un apretado y pícara rapiña de rompan filas y cada uno tome que pueda y guste. Todo ello amenizado por agrupaciones de la comarca tales como los “pastores de parrillas” de Talavera de la Reina, el cantautor Ismael y otros.

Como broche de cierre los músicos de la Ruta nos ofrecieron una vez más sus canciones ya conocidas por todos nosotros. Ascendieron hasta la zona de banquete interpretando una melancólica melodía, rodeados de pajes con velas, que más parecían un cortejo fúnebre en mitad de la noche que los músicos que amenizan el baile de casados.

Nadie quería irse, pero hubo un detalle final: a todos nos obsequiaron con un ejemplar del Quijote para no olvidar esta irrepetible experiencia en el resto de nuestra vida.

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