Crónica del día 11 de julio

Hasta luego, América
Mairena Ruiz (Valencia)


Mairena.

Es difícil expresar mediante palabras lo que siento al dejar América. Por una parte, me invade la sensación de que dejo un trozo de mí mismo atrás que no sé si recuperaré, ni si alguna vez volveré. También dejo atrás una tierra que nos ha acogido con los brazos abiertos y que lo ha dado todo por nosotros, lloviera o hiciera sol, y siempre con la mayor de las sonrisas, pero por encima de todo, siento temor. Temor por la tristeza que ayer sentí al despedirme de mis compañeras americanas durante dos días, ya que ellas llegarán a España en otro avión cargado de verdes mochilas repletas de ilusión.

Todo esto me hace pensar en el último día y la tristeza que sentiré al separarme de la gente con la que en los escasos veinte días de Ruta que llevamos ha compartido tantas cosas... Pero hay que seguir adelante y, una vez que te encuentras a 10000 m. de altura viajando rumbo a la península a 820 km/h, recuerdas de repente a la gente que está esperando en Madrid para verte y abrazarte y en las nuevas aventuras que vas a vivir y, entonces, vuelven la ilusión y las ganas de seguir.

Lamentándolo mucho, no hay interesantes anécdotas que contar sobre el vuelo de regreso, salvo tal vez el hecho de que las azafatas no dejaron de pasar cada medía hora por los pasillos del avión perfumando con ambientador, opacando así la famosa fragancia Ruta Quetzal que tan desagradable resulta a los desconocidos.

Tras un animado aterrizaje, descendemos del avión y vamos hasta la terminal para recoger nuestro equipaje, trámite que nos roba varias de nuestras escasas horas ruteras; pero eso sí, amenizado por los "titis" y las conversaciones sobre los planes que teníamos para la emotiva y emocionante tarde que nos esperaba. Aunque no todo fue tan agradable, ya que la expedicionaria María Luisa se llevó un gran disgusto al recibir su mochila completamente destrozada, así como los objetos de su interior.

Afortunadamente aceptaron su reclamación y la compañía Air Europa va a pagar todo su nuevo material, incluído el que adquirió ayer en el Centro Comercial de Boadilla del Monte, junto a la monitora Patty.

Nada nos podría haber preparado para la salida de la terminal. Al salir por las puertas automáticas, nos vimos rodeados de un enorme grupo de padres, amigos y periodistas que nos dieron la bienvenida entre vítores, carteles y también lágrimas.

Muchos de nosotros podíamos abrazar a nuestras familias durante unos minutos para luego salir rapidamente hacia los autobuses y marchar a Boadilla del Monte, seguidos por una larga caravana de coches pertenecientes a padres y amigos. Al llegar al campamento, organizamos rápidamente las tiendas, hacemos una comida simbólica y finalmente nos vamos con nuestros padres.

Pero no es un adiós a América, es tan solo un hasta luego mientras decimos hola a nuevas aventuras y emociones que a buen seguro vamos a vivir.

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