Amanecer en el paraíso de Luquillo
Miriam Martínez Olyera (Cádiz)
Catarina Cortizas (Ferrol)
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Miriam y Catarina.
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Si Colón buscaba el paraiso, probablemente lo pudo encontrar
en el despertar de una playa del Caribe.
Nos levantó una compañera a las 5:15 a.m. Sólo
algunos nos habíamos levantado para poder despedirnos de este
lugar que tan amablemente nos había acogido en los últimos
18 días.
Parte del grupo 3, con monitora incluída, se levantó
con ansia al poder observar el espectáculo que se nos presentaba
delante. Todo estaba húmedo por la lluvia de esa misma noche,
las tiendas, la ropa, el suelo... Pudimos observar como la naturaleza
que nos rodeaba abría sus ojos.
Fuimos arrastrando los pies hacia la playa y, a pesar del cansancio
y de las picaduras, nuestras miradas brillaban al ver las nubes rosadas
surgir de entre las palmeras. Una sonrisa alumbraba nuestros rostros
cuando nos tumbamos sobre la fina arena al observar el mar infinito,
mientras escuchábamos el sonido del mar rompiendo en una lejana
barrera de coral y la melodía del viento resonar en nuestros
oídos.
El paraiso ya mostrado se unía con la brisa salada del mar
que a algunos nos hizo sentir como en casa. Sentados en la playa,
tomamos nuestra primera comida del día.
A pesar de todo, el tiempo no se detuvo y el sol siguió su
camino anunciando el despertar al resto de nuestros comapñeros.
Este, sin duda, fue un bonito amanecer en uno de los muchos días
que todos estábamos esperando.
