Crónica del día 8 de julio

El día que estábamos esperando
Juan Andrés Carriquiry (Uruguay)
Israel Cuerva López (Madrid)


Juan e Israel.

Por fin llegó el día que todos estábamos esperando; o eso nos hace creer Jesús Luna cada mañana. Realmente este día ha sido muy especial debido a la irrepetible visita a la ciudad de San Juan. Esto fue lo que, en gran medida, animó a los expedicionarios a sobrellevar el duro despertar que nos acompaña cada día.

La vista espectácular de San Juan, el colorido de sus calles y sus amplias avenidas contrasta con las rústicas murallas y fortificaciones del viejo San Juan.
Después de visitar el fuerte de San Felipe del Morro, nos trasladamos al de San Cristóbal, donde asistimos a una especial clase de esgrima que nos brindó el respetuoso maestro Martin Kronlund.

Tras un ligero almuerzo, los monitores nos condujeron a la Casa del Gobierno de Puerto Rico, donde nos esperaba el cálido recibimiento de la gobernadora.
De alguna manera, cada expedicionario tuvo la oportunidad de agradecer la hospitalidad y la buena acogida desinteresada que el pueblo puertorriqueño nos está ofreciendo.

Seguido de esta bienvenida, los ruteros tomamos las calles del viejo San Juan en busca de algún detalle para agradar a sus familias y amigos. Muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de llamar a casa y oír la reconfortante voz de nuestros padres. Tras descubrir la ciudad palmo a palmo, por todos sus rincones, llegó la hora de reunirnos frente a la alcaldía para regresar al campamento en la playa de Luquillo. En el camino hacia las guaguas nos sorprendió una abrumadora tromba de agua que no caló nuestro ánimo festivo ya que a la llegada al campamento nos obsequiaron con un exótico desfile popular.

Para concluir este agitado día, pudimos ver un vídeo sobre viajes en canoa que nos relajó y nos predispuso para meternos en nuestras tiendas y dormir plácidamente con los inolvidables recuerdos de este maravilloso día y esperando con ilusión lo que llegue mañana.


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