El día que estábamos esperando
Juan Andrés Carriquiry (Uruguay)
Israel Cuerva López (Madrid)
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Juan e Israel.
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Por fin llegó el día que todos estábamos esperando;
o eso nos hace creer Jesús Luna cada mañana. Realmente
este día ha sido muy especial debido a la irrepetible visita
a la ciudad de San Juan. Esto fue lo que, en gran medida, animó
a los expedicionarios a sobrellevar el duro despertar que nos acompaña
cada día.
La vista espectácular de San Juan, el colorido de sus calles
y sus amplias avenidas contrasta con las rústicas murallas
y fortificaciones del viejo San Juan.
Después de visitar el fuerte de San Felipe del Morro, nos trasladamos
al de San Cristóbal, donde asistimos a una especial clase de
esgrima que nos brindó el respetuoso maestro Martin Kronlund.
Tras un ligero almuerzo, los monitores nos condujeron a la Casa del
Gobierno de Puerto Rico, donde nos esperaba el cálido recibimiento
de la gobernadora.
De alguna manera, cada expedicionario tuvo la oportunidad de agradecer
la hospitalidad y la buena acogida desinteresada que el pueblo puertorriqueño
nos está ofreciendo.
Seguido de esta bienvenida, los ruteros tomamos las calles del viejo
San Juan en busca de algún detalle para agradar a sus familias
y amigos. Muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de llamar a casa
y oír la reconfortante voz de nuestros padres. Tras descubrir
la ciudad palmo a palmo, por todos sus rincones, llegó la hora
de reunirnos frente a la alcaldía para regresar al campamento
en la playa de Luquillo. En el camino hacia las guaguas nos sorprendió
una abrumadora tromba de agua que no caló nuestro ánimo
festivo ya que a la llegada al campamento nos obsequiaron con un exótico
desfile popular.
Para concluir este agitado día, pudimos ver un vídeo
sobre viajes en canoa que nos relajó y nos predispuso para
meternos en nuestras tiendas y dormir plácidamente con los
inolvidables recuerdos de este maravilloso día y esperando
con ilusión lo que llegue mañana.
