Volando a Santo Domingo
Isabel Guijarro, Madrid
Almudena Larriba, Madrid
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En la imagen, las expedicionarias Almudena e Isabel.
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Tras nuestro primer desayuno en comunidad, reorganizamos
las mochilas y terminamos de desmontar el campamento, realizando batidas
de limpieza para dejar todo tal y como lo encontramos. Nos reunieron
y nos dividieron en grupos para facilitar el traslado al aeropuerto.
Al mando de cada uno designaron un monitor provisional que psoteriormente
cambiará para organizar los grupos cuando lleguemos a la República
Dominicana.
El trayecto en autocar nos permitió conocer más a fondo
a los expedicionarios con los que conviviremos a lo largo de estos
maravillosos 40 días que nos quedan por vivir. Y, casi sin
darnos cuenta estábamos ya aparcando en el aeropuerto. Entre
todos ayudarnos a descargar las mochilas hasta la acera. Ante el desmesurado
aeropuerto de Barajas, nos volvimos a reagrupar para facturar las
mochilas y las tiendas de campaña ordenadamente. Hasta que
los nueve grupos no terminaron de entregar las mochilas, no pudimos
acudir a la puerta de embarque que nos conduciría al autobús.
Éste nos llevó a la pista en la que se encontraba el
gran boeing 767-300 de Air Europa, con un tripulación de 10
personas: 2 pilotos y 8 tsp (tripulantes de cabina de pasajeros) para
ayudarnos y atendernos durante el largo viaje.
Seguro que a algunos más que a otros, como por ejemplo a Almu,
ya que es la 1ª vez que viaja en avión y tenía
muchas ganas de saber lo que se sentía.
Otras personas ya conocían la sensación de volar a
11.000 m., que es la altura a la que nos encontramos, pudiendo ver,
allí abajo, el gran océano al que se enfrentó
Colón hace ya unos 500 años. Yo, Isa, a pesar de que
ya había volado en avión, nunca lo había hecho
con tanta gente y nuevos amigos que conocí la noche anterior.
Isa y Almudena, nosotras, nos informamos en el compartimento destinado
al descanso de los TSP de la velocidad a la que viajabamos en ese
momento. ¡Nos asombramos cuando nos dijeron que volamos a 900
kms/hora! en dirección al paraiso que Colón descubrió
y, gracias a él, podemos realizar esta expedición de
la Ruta Quetzal BBVA 2003, desde la cual se despiden estas dos novatas
reporteras madrileñas.
Una valiente expedicionaria tocó la flauta en pleno vuelo
y nos hizo más ameno el viaje tanto a nosotras como a los demás
pasajeros.
