Crónica del día 21 de junio

Volando a Santo Domingo
Isabel Guijarro, Madrid
Almudena Larriba, Madrid


Teresalina, a la izquierda del Rey de España
En la imagen, las expedicionarias Almudena e Isabel.

Tras nuestro primer desayuno en comunidad, reorganizamos las mochilas y terminamos de desmontar el campamento, realizando batidas de limpieza para dejar todo tal y como lo encontramos. Nos reunieron y nos dividieron en grupos para facilitar el traslado al aeropuerto. Al mando de cada uno designaron un monitor provisional que psoteriormente cambiará para organizar los grupos cuando lleguemos a la República Dominicana.

El trayecto en autocar nos permitió conocer más a fondo a los expedicionarios con los que conviviremos a lo largo de estos maravillosos 40 días que nos quedan por vivir. Y, casi sin darnos cuenta estábamos ya aparcando en el aeropuerto. Entre todos ayudarnos a descargar las mochilas hasta la acera. Ante el desmesurado aeropuerto de Barajas, nos volvimos a reagrupar para facturar las mochilas y las tiendas de campaña ordenadamente. Hasta que los nueve grupos no terminaron de entregar las mochilas, no pudimos acudir a la puerta de embarque que nos conduciría al autobús. Éste nos llevó a la pista en la que se encontraba el gran boeing 767-300 de Air Europa, con un tripulación de 10 personas: 2 pilotos y 8 tsp (tripulantes de cabina de pasajeros) para ayudarnos y atendernos durante el largo viaje.

Seguro que a algunos más que a otros, como por ejemplo a Almu, ya que es la 1ª vez que viaja en avión y tenía muchas ganas de saber lo que se sentía.

Otras personas ya conocían la sensación de volar a 11.000 m., que es la altura a la que nos encontramos, pudiendo ver, allí abajo, el gran océano al que se enfrentó Colón hace ya unos 500 años. Yo, Isa, a pesar de que ya había volado en avión, nunca lo había hecho con tanta gente y nuevos amigos que conocí la noche anterior.

Isa y Almudena, nosotras, nos informamos en el compartimento destinado al descanso de los TSP de la velocidad a la que viajabamos en ese momento. ¡Nos asombramos cuando nos dijeron que volamos a 900 kms/hora! en dirección al paraiso que Colón descubrió y, gracias a él, podemos realizar esta expedición de la Ruta Quetzal BBVA 2003, desde la cual se despiden estas dos novatas reporteras madrileñas.

Una valiente expedicionaria tocó la flauta en pleno vuelo y nos hizo más ameno el viaje tanto a nosotras como a los demás pasajeros.


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