Crónica del día 7 de julio

Música en la cueva
María Asunción Ródenas (Elche, Alicante)
Lucía Mazario (Santander)


Lucía y María Asunción.

¡¡¡Yauwwn!!! ¡Qué sueño! ¡Madre mía! Y precisamente por eso, porque si no fuera por ti, no estaría levantada a las 4,30 del día de San Fermín. Y es que a dicha hora y desde nuestro campamento, situado en las cercanías del Observatorio de Arecibo, disfrutamos de una videoconferencia en directo con Madrid, a las 10 de la mañana, hora española, la cual se realizó gracias a Hispasat. ¡Ah! Desde aquí, una ilicitana y una santanderina saludan a sus "papas" los cuales no pudieron asistir a dicho evento. Pero, como no hay mal que por bien no venga, los "huérfanos", la gran mayoría, por cierto, aprovechamos para dormir un poco.

6:30: el delicioso sonido del canto del pájaro yiyuyiyu hace las veces de despertador de todo el campamento; el cual, como grandes expertos en la materia, desmontamos rapidamente. Dicho trabajo nos sirvió para aumentar nuestro apetito, si es que podía incrementarse aún más. Y entonces, disfrutamos de uno de los mejores desayunos de estos 18 días de aventura. Tras el desayuno, todos al bus, amarillo, americano auténtico, y dijimos adiós al Observatorio de Arecibo. Nuestro destino era el río Camuy.

Tras un corto trayecto, llegamos a las cuevas del río Camuy. Nos dividieron en 4 grupos y fuímos pasando, de uno en uno, a realizar la visita. Lo primero, ver un vídeo de información general sobre el Parque, ya que es un Parque Nacional protegido.

Tras el vídeo, fuímos caminando entre fauna autóctona y tropical, incluyendo arañas bastante grandes a cada metro, y descendiendo hasta llegar a las maravillosas cuevas, en cuyo interior nace el río Camuy, el tercer río subterráneo más grande del mundo. En el interior, nos esperaba una sorpresa: la banda de música de la Ruta Quetzal BBVA nos deleitó con varias piezas clásicas que en este entorno geológico tan espectacular y misterioso logró emocionarnos porfundamente.

La visita continuó entre estalactitasy estalagmitas, cascadas de agua cristalina, cortinas rocosas, guano de murciélago y tarántulas del tamaño de manos.

Al finalizar la visita, regresamos hacia el punto de partida; pero, eso sí, todos los ruteros esbozábamos una profunda sonrisa en la cara y una inmensa alegría en los corazones, por ser uno de los 310 privilegiados que están disfrutando junto a una gran familia del mejor viaje de nuestras vidas.

Para finalizar, saludo a todos los Fermines, a Pamplona y, a nuestra tierruca, Elche y Santander.

Volver