Música en la cueva
María Asunción Ródenas (Elche, Alicante)
Lucía Mazario (Santander)
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Lucía y María Asunción.
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¡¡¡Yauwwn!!! ¡Qué sueño! ¡Madre
mía! Y precisamente por eso, porque si no fuera por ti, no
estaría levantada a las 4,30 del día de San Fermín.
Y es que a dicha hora y desde nuestro campamento, situado en las cercanías
del Observatorio de Arecibo, disfrutamos de una videoconferencia en
directo con Madrid, a las 10 de la mañana, hora española,
la cual se realizó gracias a Hispasat. ¡Ah! Desde aquí,
una ilicitana y una santanderina saludan a sus "papas" los
cuales no pudieron asistir a dicho evento. Pero, como no hay mal que
por bien no venga, los "huérfanos", la gran mayoría,
por cierto, aprovechamos para dormir un poco.
6:30: el delicioso sonido del canto del pájaro yiyuyiyu hace
las veces de despertador de todo el campamento; el cual, como grandes
expertos en la materia, desmontamos rapidamente. Dicho trabajo nos
sirvió para aumentar nuestro apetito, si es que podía
incrementarse aún más. Y entonces, disfrutamos de uno
de los mejores desayunos de estos 18 días de aventura. Tras
el desayuno, todos al bus, amarillo, americano auténtico, y
dijimos adiós al Observatorio de Arecibo. Nuestro destino era
el río Camuy.
Tras un corto trayecto, llegamos a las cuevas del río Camuy.
Nos dividieron en 4 grupos y fuímos pasando, de uno en uno,
a realizar la visita. Lo primero, ver un vídeo de información
general sobre el Parque, ya que es un Parque Nacional protegido.
Tras el vídeo, fuímos caminando entre fauna autóctona
y tropical, incluyendo arañas bastante grandes a cada metro,
y descendiendo hasta llegar a las maravillosas cuevas, en cuyo interior
nace el río Camuy, el tercer río subterráneo
más grande del mundo. En el interior, nos esperaba una sorpresa:
la banda de música de la Ruta Quetzal BBVA nos deleitó
con varias piezas clásicas que en este entorno geológico
tan espectacular y misterioso logró emocionarnos porfundamente.
La visita continuó entre estalactitasy estalagmitas, cascadas
de agua cristalina, cortinas rocosas, guano de murciélago y
tarántulas del tamaño de manos.
Al finalizar la visita, regresamos hacia el punto de partida; pero,
eso sí, todos los ruteros esbozábamos una profunda sonrisa
en la cara y una inmensa alegría en los corazones, por ser
uno de los 310 privilegiados que están disfrutando junto a
una gran familia del mejor viaje de nuestras vidas.
Para finalizar, saludo a todos los Fermines, a Pamplona y, a nuestra
tierruca, Elche y Santander.
