Crónica del día 5 de julio

Ruta Quetzal BBVA, visitantes distinguidos
Jorge Cabrera (A Coruña)
Borja Baeta (Madrid)


Borja y Jorge.

Como de costumbre, comimos de prisa y malamente; pero no le dimos importancia, ya que era corriente en el itinerario de cada día.

Tras ello, comenzamos una pequeña caminata en son de bien por las calles del pueblo de Adjuntas. Los abanderados estaban en la cabeza. Tras ellos, se enconraban los no abanderados. Aun así, no se acababa ahí la interminable fila de personas sino que era continuada por diversos grupos de personas que levantaban con entusiasmo pancartas, en las que nos adelantaban la bienvenida que a posteriori nos darían en la Escuela Washington Irvin, que en septiembre de este año cumple su primer centenario.

El cielo, a lo largo de la conferencia en el exterior del cole, se fue nublando y acabó lloviendo por momentos. Tras alzar sendas banderas de Puerto Rico y de la Humanidad, y de ser declarado el Bosque del Pueblo como Patrimonio de la Humanidad, fuimos conducidos a un polideportivo cubierto, donde músicos de este amable pueblo nos brindaron un granto concierto que apenas duró media hora. Sin darnos cuenta nos dieron las cinco, y en una plaza banstante bonita por estar rodeada de árboles, fuimos presentes de cómo nuestro jefe de campamento, Jesús Luna, en nombre de la Ruta Quetzal BBVA, recibió una proclama con poderes de visitantes distinguidos. Si lo de antes era un festín musical, lo que recibimos fue un festín tanto de danza como musical.

Más tarde fuímos hacia los buses, donde después de un cansado día, nos entregaron una galletas que nos sentaron genial. Hacia las ocho llego la cena y luego a dormir.

Volver