Ruta Quetzal BBVA, visitantes distinguidos
Jorge Cabrera (A Coruña)
Borja Baeta (Madrid)
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Borja y Jorge.
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Como de costumbre, comimos de prisa y malamente; pero no le dimos
importancia, ya que era corriente en el itinerario de cada día.
Tras ello, comenzamos una pequeña caminata en son de bien
por las calles del pueblo de Adjuntas. Los abanderados estaban en
la cabeza. Tras ellos, se enconraban los no abanderados. Aun así,
no se acababa ahí la interminable fila de personas sino que
era continuada por diversos grupos de personas que levantaban con
entusiasmo pancartas, en las que nos adelantaban la bienvenida que
a posteriori nos darían en la Escuela Washington Irvin, que
en septiembre de este año cumple su primer centenario.
El cielo, a lo largo de la conferencia en el exterior del cole, se
fue nublando y acabó lloviendo por momentos. Tras alzar sendas
banderas de Puerto Rico y de la Humanidad, y de ser declarado el Bosque
del Pueblo como Patrimonio de la Humanidad, fuimos conducidos a un
polideportivo cubierto, donde músicos de este amable pueblo
nos brindaron un granto concierto que apenas duró media hora.
Sin darnos cuenta nos dieron las cinco, y en una plaza banstante bonita
por estar rodeada de árboles, fuimos presentes de cómo
nuestro jefe de campamento, Jesús Luna, en nombre de la Ruta
Quetzal BBVA, recibió una proclama con poderes de visitantes
distinguidos. Si lo de antes era un festín musical, lo que
recibimos fue un festín tanto de danza como musical.
Más tarde fuímos hacia los buses, donde después
de un cansado día, nos entregaron una galletas que nos sentaron
genial. Hacia las ocho llego la cena y luego a dormir.
