Crónica del día 5 de julio

El primer amanecer en Puerto Rico
Beatriz Miguel Izaguirre, Madrid
Johanna Vide, El Salvador


Beatriz y Johana.

Hoy fue nuestro primer amanecer en Puerto Rico, concretamente en Adjuntas y, con el sol en nuestras cabezas y la humedad en el suelo, desayunamos en el Bosque del Pueblo, lugar que fue salvado de la explotación minera.

Durante la mañana realizamos dos talleres: en el primero nos llevaron a un recorrido por el Bosque del Pueblo describiéndonos las diversas especies vegetales, tales como el Granadillo, Robles, Helechos...

En el segundo nos hablaron de la importancia de los hongos, aprendiendo sus variedades, cómo recolectarlos e identificarlos. Dándonos así cuenta de cómo en este bosque conviven tantos seres vivos. Nos enseñaron no sólo la solidaridad entre las especies, sino también la importancia que tiene preservar este hábitat para los habitantes de Puerto Rico y de todo el mundo.

Después de comer, haciendo una marcha con las banderas y la música de los titiriteros, nos dirigimos a la Escuela Washington Irving donde se proclamó el Bosque del Pueblo Patrimonio de la Humanidad. Y, a pesar de la lluvia, vivimos emocionados la calurosa bienvenida, porque con todas las actuaciones que presentaron comprobamos la dedicación con la que Puerto Rico preparó nuestra llegada haciéndonos sentir como celebridades.

Al izar la bandera Puertorriqueña y la bandera Universal, nos produjo una sensación de unión entre todas las culturas que forman la Ruta Quetzal BBVA.

La participación de la Escuela de Artes reafirmó la alegría con que todos los Puertorriqueños, tanto niños como adultos, nos esperaron; pero el día de fiesta aún no había terminado porque tenían otra sorpresa preparada: los bailes y la música típica de Puerto Rico, lo que despertó en todos los ruteros las ganas de bailar y mostrar los pasos que hemos aprendido en el Caribe.

La cansada caminata que realizamos para subir de nuevo al Bosque del Pueblo fue muy bien compensada con una cena y un chocolate caliente que nos sentó perfecto, debido al frío que teníamos por la noche.

La barriga llena y el canto de los coquis contribuyó a que el sueño y el cansancio nos llevaran a dormir, pero sin borrar de nuestra mente la idea de por qué Puerto Rico es conocido como la Isla del Encanto.

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