Primera misa en América
Pedro Seabra, Portugal
Eliane Félix, Portugal
Silvia Tendeiro, Portugal
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En la imagen, Pedro, Eliane y Silvia.
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No, hoy no ha sido un día diferente. Diferente por lo menos
al despertarnos: estábamos durmiendo como ángeles, cuando
fuímos bruscamente despertados por una supuesta novedad. Jesús
Luna traía con él una supuesta novedad. Jesús
Luna traía con él sonido de un pájaro raro, "el
trugielo", que los monitores están buscando hace 20 años.
Para nuestro disgusto, el sonido no era real, era una sirena destinada
a atormentar los valientes expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA.
Nos levantamos pronto, a las 5,45 de la mañana. Una vez en
pie, salimos con rumbo a las ruínas de La Isabela, la primera
ciudad fundada por Colón, en la La Española. Nuestro
camino hasta el destino secular discurrió a la orilla del Mar
Caribe.
A la llegada, nuestra actividad consistió en leer la famosa
"Carta de Jamaica", que Colón escribió a los
Reyes Católicos; carta esa que está dentro del libro
del 4º Viaje de Colón, que nos fue regalado a todos los
expedicionarios.
Después de habernos enterado del tema y ya con mucha hambre
(¡sí porque los portugueses necesitan comer mucho y muchas
veces!). Miguel Quadra-Salcedo nos reunió en las ruínas
de lo que fue la primera iglesia en el Nuevo Mundo.
Allí asisitimos a una reconstrucción histórica
de la toma y posesión de La Isabela: nuestros compañeros
expedicionarios actuaron de espadachín, monjes, lanceros, Cristóbal
Colón ... todos acompañados por el grupo de músicos
de la Ruta Quetzal BBA.
La Misa conmemorativa fue oficiada por el sacerdote Jesús
Garrido y con la presencia de todos los expedicionarios. Como se sabe,
la primera misa tuvo lugar en La Isabela el 6 de enero de 1494 y fue
presidida por el Padre Bernat Boil a la que asistieron también
12 monjes enviados por la Abadía de Montserrat en el segundo
viaje de Colón.
La llamada primera misa en tierra firme tuvo lugar en Honduras el
14 de agosto de 1502.
En nuestra misa recordamos también a Ignacio Cid Lindoso,
antiguo expedicionario y monitor de Ruta Quetzal BBVA el pasado año,
y que había fallecido hacía ocho días en un accidente
en España. Fue una celebración plena de momentos emocionantes,
que incluyó un testimonio escrito por Ignacio Cid, donde recordaba
los momentos vividos en su época de expedicionario el año
1993.
Al finalizar la misa, se acuñaron monedas conmemorativas de
la Ruta Quetzal BBVA 2003, patrocinado por la Casa de la Moneda Española.
Sobre las 9,30 regresamos al campamento para desayunar y participar
en los talleres respectivos de cada grupo. Los talleres eran desde
aeróbic hasta pesca, esgrima, cartelismo, buceo... En todos
ellos los expedicionarios participamos con alegría y entusiasmo.
Animados por el sonido de la música del aérobic, tanto
en tierra como en el mar, muchos expedicionarios participaron en talleres
naúticos, aprendiendo técnicas y viendo la diversidad
de peces que vive en el Mar Caribe; mientras tanto, otros daban rienda
suelta a su imaginación en el taller de Cartelismo.
Otros conocieron por primera vez el placer de bucear en un mar tan
tranquilo y cristalino; muchos no olvidarán la disciplina y
atención que la esgrima siempre exige.
Seguro que, después de tanto trabajo y sudor, con un clima
tropical y un mar tan fenomenal delante de nuestros ojos, tuvimos
nuestro descanso merecido con un baño de casi una hora, que
ayudó para aliviar la tensión y el cansancio de los
expedicionarios.
Y, sorpresa, sorpresa, a cada día que pasa, la comida en la
Ruta Quetzal BBVA es cada vez mejor. Al comienzo, la dieta era de
plátano y yuca, ahora nos sorprenden con arroz y carne. Lo
que más nos gusta son sus zumos: una gota milagrosa y refrescante
en el medio del océano de sequedad que nos rodea.
Pero, para nosotros, los portugueses, el poder participar en esta
emocionante aventura compensa todos los sufrimientos, especialmente
el gastronómico.
Desde la República Dominicana, en la Playa de La Isabela,
un gran saludo para todos nuestros amigos y familiares que están
en Portugal, a los cuales añoramos mucho.
Los tres magníficos.
