Crónica del día 28 de junio

Una tarde en La isabela
Isabel Guijarro, Madrid
Teresa Albareda, Zaragoza

Teresalina, a la izquierda del Rey de España
En la imagen, Isabel y Teresa.

Después de la comida, no muy apetecible, a pesar de que ha habido otras peores, y, después de pasar toda la mañana sin agua fresca, los monitores nos consiguieron un vasito de agua fría para cada uno.

De repente, los monitores nos anunciaron que hacia aquí se dirigía un imponente viento. Rápidamente, tuvimos que dirigirnos hacia el final de la playa y traer piedras grandes que iban a servir para atarlas a los vientos y así rentener el doble techo en tensión para evitar que la tromba de agua que amenazaba con venir mojara la tienda por dentro. Además, teníamos que hacer un gran surco alrededor de la tienda para así evitar también que el agua entrara.

Dejando las tiendas con estas pintas, nos dirigimos a la magnífica Isabela, que era la primera ciudad que fundó Colón en su segundo viaje, pues pensaba que era un buen sitio para establecer un poblado.

Una vez allí, recibimos una conferencia y de nuevo vuelta al campamento para seguir con las actividades correspondientes a cada grupo.

Nosotras no tuvimos nuestro taller y nos pusimos a hablar con Ana, nuestra monitora, de los pros y contras de la vida en la ruta y la convivencia. Una vez terminada la charla, Ana nos ha dejado tiempo libre hasta la cena que, para no variar, era arroz acompañado de algún tipo de carne. Esta vez, la cena no se quedaba en ese triste plato, para sorpresa de todos: teníamos también cochinillo con el que todos nos hemos chupado los dedos. Después de la cena nos han querido dar una charla, pero viendo nuestro aspecto de cansancio, han decidido dejarla para otro momento.

Así es como se nos ha terminado el día y nos hemos podido meter en nuestros respectivos sacos de dormir.


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