Una tarde en La isabela
Isabel Guijarro, Madrid
Teresa Albareda, Zaragoza
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En la imagen, Isabel y Teresa.
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Después de la comida, no muy apetecible, a pesar de que ha
habido otras peores, y, después de pasar toda la mañana
sin agua fresca, los monitores nos consiguieron un vasito de agua
fría para cada uno.
De repente, los monitores nos anunciaron que hacia aquí se
dirigía un imponente viento. Rápidamente, tuvimos que
dirigirnos hacia el final de la playa y traer piedras grandes que
iban a servir para atarlas a los vientos y así rentener el
doble techo en tensión para evitar que la tromba de agua que
amenazaba con venir mojara la tienda por dentro. Además, teníamos
que hacer un gran surco alrededor de la tienda para así evitar
también que el agua entrara.
Dejando las tiendas con estas pintas, nos dirigimos a la magnífica
Isabela, que era la primera ciudad que fundó Colón en
su segundo viaje, pues pensaba que era un buen sitio para establecer
un poblado.
Una vez allí, recibimos una conferencia y de nuevo vuelta
al campamento para seguir con las actividades correspondientes a cada
grupo.
Nosotras no tuvimos nuestro taller y nos pusimos a hablar con Ana,
nuestra monitora, de los pros y contras de la vida en la ruta y la
convivencia. Una vez terminada la charla, Ana nos ha dejado tiempo
libre hasta la cena que, para no variar, era arroz acompañado
de algún tipo de carne. Esta vez, la cena no se quedaba en
ese triste plato, para sorpresa de todos: teníamos también
cochinillo con el que todos nos hemos chupado los dedos. Después
de la cena nos han querido dar una charla, pero viendo nuestro aspecto
de cansancio, han decidido dejarla para otro momento.
Así es como se nos ha terminado el día y nos hemos
podido meter en nuestros respectivos sacos de dormir.
