Crónica del día 27 de junio

En Marcha hacia La Isabela
Mariana Barbarito, Venezuela
Erika Chávez, Ecuador

Teresalina, a la izquierda del Rey de España
En la imagen, Mariana y Erica.

UEntre risas, habladurías, frío y alegría, lavamos nuestra ropa ya sucia del esfuerzo, y nuestros cuerpos que también lo añoraban; chicas y chicos separados, completamos nuestro aseo y nos dirigimos empapados entre risas y saltos hasta la parte anterior del campamento donde recogimos nuestra ropa limpia para poder cambiarnos. Muchos estrenamos las innovadoras camisetas de color verde que nos repartieron nuestros monitores.

Todos ordenamos nuestras tiendas, muchos hallamos nuestras pérdidas, otros organizamos nuestro desorden, pero todos disfrutamos del tiempo que se nos fue otorgado. Un rico revoltillo de huevo, rollitos de jamón y pan para un desayuno completo acompañado de deliciosa avena y nutritiva papaya que cubrió nuestra hambre para comenzar la aventura.

Los monitores ya tenían preparado un circuito de actividades: las autoras de esta crónica, ambas pertenecientes al grupo 4, comenzamos en "la torre". Dificilmente subimos una malla tensada con nuestros compañeros, un paso tras otro; ninguno cayó, una vez arriba, cambio de cuerdas en el arnés y rapel hacia abajo, un chico dolorosamente no controló la velocidad y quemó sus manos con la cuerda para frenarse a centímetros del piso; arriesgado, pero una gran experiencia. Finalmente, en otro lateral de la torre, a escalar, pocos logramos tocar la campana en el tope, símbolo de victoria en la torre.

Con entusiasmo y un poco de valor, cada grupo con su monitor colocó sus mochilas en los autobuses a las "guaguas" que ya estaban listas y asignadas, emprendimos nuestro camino, pautado para una duración de 5 a 6 horas, pero, al final, fueron 7 horas por fallos técnicos de los buses, rápidamente reparadas.

Durante el camino a La Isabela, muchos durmieron, otros cantaron y no podía faltar el grupo de percusión, los chicos con las botellas de agua vacías, tocaban rudimentariamente grandiosas melodías nacidas en sus increíbles mentes ruteras. El último tramo fue de un alegre compartir patatas, refrescos, jugos, todo entre todo como expedicionarios ruteros que somos.

A ls 9:00 p.m., aproximadamente, llegamos a una playa que penetramos sin piedad ante el calor: sí, recibimos un refrescante baño nocturno en las apacibles aguas del Mar Caribe, tras el cordón de luz que establecían los monitores en lo profundo para mantener el orden y evitar accidentes.

Limpios, al fin, montamos las tiendas en un nuevo campamento playero, a orillas del mar se levantaron las puertas de las tiendas para percibir un increíble espectáculo.

Al finalizar la cena fuimos llamados a una breve, pero excelente conferencia del profesor Javier Armentia, en la que recibimos un preámbulo de constelaciones como la Escorpión, la Osa Menor y otras; algunos, fruto de gran cansancio, durmieron, pero otros estábamos muy atentos, ante los cuerpos celestes que impactaban nuestra vida, impresionante centenas de estrellas que cubría la gran bóveda del cielo.


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