Crónica del día 26 de junio

Pico Duarte: Más fuertes de lo que creíamos
Myriam Martínez Olvera, Cádez
José Emilio Gómez Sánchez, Utiel (Valencia)

Teresalina, a la izquierda del Rey de España
En la imagen, Myriam y José.

Cada vez la mochila nos parecía más pesada; pero, conforme las cuestas seguían apareciendo, nuestra moral iba bajando y había gente que necesitaba ir montada en las mulas que llevaban el material. Estábamos tan cansados que nos tirábamos al suelo con mochila y todo.

Fue muy importante la labor de "coche escoba" de los monitores que fueron tirando de nosotros constantemente. Sin ellos, muchos de nosotros, no habríamos llegado arriba.

Durante gran parte del camino sólo recuerdo haber visto piedras y los pies de la persona que llevaba delante. Andábamos como zombis, dependiendo totalmente unos de otros, hasta tal punto que cuando descansaba alguien, se paraban todos con él. Compartíamos el mismo estado de ánimo.

Poco antes de llegar a Agüita Fría, la siguiente parada, comenzó a granizar con fuerza y el terreno se volvió resbaladizo. Allí almorzamos a las 15:00 las raciones del Ejército Español que nos dieron en el campamento, bajo la lluvia a 2600 metros de altura.

El camino hasta el último campamento fue menos duro y llegamos allí en 2 horas y a mejor ritmo. Cuando lo alcanzamos, pudimos disfrutar de una buena cena junto al fuego. Nos dormimos enseguida, ya que estábamos hechos polvo.

De este modo nos despertamos a las 4:30, con el "tirolí, tirolá...", recogimos la tiendas, preparamos las mochilas y dejándolas en el campamento, nos dispusimos a subir al Pico Duarte. El vernos tan cerca de alcanzar nuestro reto, nos hizo algo más llevadera la subida.

Izamos en la cima del Pico Duarte, junto a la bandera de la República Dominicana y el busto de Duarte, todas las banderas de los países que participan en la Ruta Quetzal BBVA, tras los 23,1 kilómetros de camino.

Pero, fue cuando bajamos y nos reunímos con el resto del grupo, que se quedó descansando, el momento en que pudimos compartir el verdadero orgullo que todos teníamos: el de habernos puesto por encima del sufrimiento sin dejar que éste nos venciera.

Durante la bajada fue cuando aprecias realmente el paisaje del bosque tropical, el cual ignoramos a la subida: gran cantidad de helechos y palmeras; manantiales que brotan de las rocas... Sin duda, lo que allí observé, fue lo más bonito que jamás he visto.

No puedo negar que durante la subida estuve a punto de rendirme; pero ahora puedo decir que no me arrepiento de esos dos días en los que descubrí un gran compañerismo ya que estuvimos conviviendo en una situacion tan bonita como extrema.

Durante esas 25 horas de camino demostramos que eramos más fuertes de lo que creíamos.

Un saludo a toda nuestra familia y amigos.


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