Pico Duarte: La cima
Olalla Gómez, Madrid
Marta Oñate, Valladolid
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En la imagen, Olalla y Marta.
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Comenzó la subida sabiendo que era un día
duro: subir a la montaña más alta del Caribe, el Pico
Duarte, 3.120 metros.
Durante la subida nos cayó a todos una tormenta típica
del Caribe. Todos los caminos se convirtieron en lodazales y casi
"arenas movidizas".
Nuestro grupo era el de los expedicionarios que deseaba llegar a
coronar el colosal Pico Duarte. Ese era nuestro objetivo; pero, para
conseguirlo, debíamos pasar por una multitud de esfuerzos que
se verían recompensados al llegar a la cima.
Preparamos con ilusión nuestras mochilas y recogimos las tiendas.
Tuvimos quer ir cargando nuestro pesado equipaje durante todo nuestro
camino. Afortunadamente, las tiendas de campaña las acarreaban
las mulas que nos prestaron los simpáticos guías de
este Parque Natural.
El primer tramo fue el más fácil ya que nuestra primera
parada fue en La Laguna. Llevabamos tres horas y cuarto, esfuerzo
mínimo comparado con lo que nos quedaba por subir. Mucha gente
comenzaba a agotarse y a arrepentirse de haber elegido el grupo que
queríamos llegar: ya no podíamos volver atrás
y seguíamos muy emocionadas.
Después de un breve descanso, continuamos nuestra marcha a
un ritmo muy bueno detrás del gran Jesús Luna, jefe
ce campamento.
Preferíamso caminar en la cabeza de la expedición porque,
a pesar del esfuerzo, ya que parábamos poco, podíamos
llevar un buen paso y conseguir antes nuestro objetivo.
El paisaje que observábamos durante la caminata era increíble:
selvas exuberantes, llenas de árboles de todos los tipos y
colores; incluso podíamos deleitarnos con los hermosos sonidos
de los pájaros caribeños. Los caminos embarrados por
culpa de la lluvia hacían nuestra marcha todavía más
difícil.
Al llegar a nuestra segunda parada en Agüita Fría, 2.600,
el cielo se cubrió rapidamente en poco tiempo ya estaba granizando.
Aun con estos inconvenientes teníamos que seguir andando. Nos
pusimos nuestra capa amarilla de la Ruta Quetzal BBVA y descendimos
desde Agüita Fría a otro valle. Este descenso nos desanimó
un poco, ya que habíamos subido tan alto que parecía
que nuestros esfuerzos habían sido en vano.
Una vez que hemos llegado a nuestro campamento base, montamos las
tiendas con lluvia y cenamos nuestra ración del Ejército
Español. Nos animamos porque ya no nos quedaba nada: menos
de dos horas nos separaban de la cumbre, pero debíamos esperar
al día siguiente para subir, ya que llevábamos todo
el día andando.
Eran las 5 de la mañana y mucha gente se quedó en el
último campamento base porque ya no podían más.
Todavía era denoche cuando empezamos a subir, así que
vimos el amanecer durante la marcha y esto fue una experiencia inolvidable.
¡Al llevar un ritmo tan bueno, llegamos enseguida a la cumbre!
Tuvimos suerte porque fuimos las primeras en coronar la cima del Pico
Duarte.
Desde allí pudimos contemplar las Montañas del Parayso,
nombre que dio Colón a aquellas hermosas montañas, ya
que creía llegar al Edén.
Queremos dedicar nuestra ascensión a todas aquellas personas
que intentaron llegar, pero no pudieron, y también a nuestros
amigos que tuvieron que quedarse en el primer campamento base de La
Ciénaga.
Tampoco nos vamos a olvidar de nuestros queridos padres y hermanos
que estarán siguiendo con ilusión esta gran experiencia
única en nuestras vidas.
