Últimas crónicas

De cuando los sueños se hacen realidad
Juan Achutegui (Bilbao)


Juan.

Érase una vez un grupo de estudiantes, románticos idealistas, jóvenes vigorosos deseando vivir y sobrevivir a los achaques de la aventura colombina. Marcharon estoicos, mochila al hombro, hacia lo desconocido, en busca de la esencia caribeña, de nuevos aromas, colores y matices que alegraran sus espíritus.

Recorrieron tierras quizqueyanas y boricuas, visitando rincones que pocos han admirado, acercándose más que nadie al Parayso y sus altas montañas revestidas de verde manto.

* * *

Llego a casa, y dejo caer la mochila frente a mí, resignado y pesaroso, pensando que la Ruta, MI RUTA, se ha terminado, y que aquello que en un principio era ilusión, sueño, hoy se ha convertido en recuerdo y melancolía, y las promesas de amistad eterna comienzan a desvanecerse en una espiral de pesadilla, de miedo por perder los amigos forjados en las malas situaciones, amigos que me enseñaron el verdadero significado de un abrazo.

Saco todo lentamente de la mochila, como si aún tuviese la vana esperanza de que el teléfono suene y me digan que la aventura no ha terminado, que aún tenemos que caminar con rumbo pero sin destino. Sé que eso no ocurrirá, y lentamente la noche se me echa encima trayéndome a la memoria momentos irrepetibles en torno a una hoguera, junto a los compañeros o simplemente oteando el limpio horizonte, mágicamente estrellado.

Me siento, y mientras leo las dedicatorias, me vienen a la cabeza los compañeros del G-14: Abraham bailando con su tocado de plumas, Emanuel tan bohemio como siempre, nuestro jayuyano Ramón, el inconfundible Carlitos rechistando sin motivo, Telmo riéndose de que Dani riña, Guillermo observando la genuina estampa, mientras que el sensei David se pregunta qué pasa.

El vallecano sonriendo mientras Juanjo le enseña Yuyitsu, y Hulky no comprende el porqué de movimientos tan sinuosos. Cerri acompañando a Edu, y Oscar en un rincón con la guitarra. Gerard pasando su diario a limpio, y Nacho pensando alguna nueva broma. Andrés hablando inglés a escondidas mientras toma fotos, y Alex cruzando por delante del objetivo, dormido, cómo no.

Todo esto ocurriría en un mundo de sueños, fantasías creadas a partir de reminiscencias. Dorian vigilaría los alrededores, y el Parayso lo habriamos encontrado; como diría Luis: ¡¡¡¡Qué poder!!!!

Chicos, espero que las promesas nunca caigan en el olvido, y que las lágrimas que a todos se nos escaparon sirvan para asentar nuestro suelo, que no es otro que la amistad conseguida.

Este mes y medio ha sido el mejor de mi vida, y todo gracias a vosotros, G-14. Sois únicos, no cambiéis. Achusarri@hotmail.com espera vuestra respuesta, huérfanos del 14.

Un saludo, Juan Achutegui, desde Amorebieta-Echano. Que viva la Ruta.

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