Crónica temática

Mi Ruta Quetzal
Alfredo Andrés Martínez (Paraguay)


Alfredo.

Cuando una lagrima caiga o cuando se borre mi sonrisa, estaré escribiendo esto todavía, porque me parte el corazón el saber que esto se acaba; que dejo atrás tantas cosas, tantas personas a quien le tengo tanto, tanto afecto. Me parte el alma el tener que ver al reloj seguir corriendo y ver que el forever de esta experiencia no es posible. Se me destroza la vida al imaginar que queda en la mente sólo recuerdos y que mi corazón se está llenando de melancolía.

Pero ¿qué hago si todo lo que dejo aquí es como un gran pedazo de mí mismo, el complemento de mi pobre vida, aunque se que mi Dios es grande y sé que él pagará mi existencia con la oportunidad de volver a ver todo este hermoso pasado?

Mi querida Ruta es tanto como el quererte volver a tener, tanto a ti como a tu gente. ¡Son tantas las ganas, las ganas de volver a renacer y vivir con más intensidad todo lo que viví en ti, son tantas las ansias de volver a pasar pruebas tan difíciles, y todos juntos como una familia que hoy somos!

Sólo le pido a Dios que el tiempo no me haga una jugarreta con la memoria, que no permita que el blanco de mi cabello me haga olvidar la cosa más bella que me ha pasado. Amo esta Ruta, la Ruta de mi vida. Amo a su gente y amo a la tierra que me enseñó que somos muchos, que ya es grande, y que somos iguales pero muy distintos; pero, a pesar de eso, sólo una palabra mágica nos une: Ruteros.

Mañana que será de mi cuando tenga que decir adiós, tenga que volar hacia un destino en soledad, hacia un lugar donde voy a morir de tristeza. Que será de mi cuando recuerde tantos momentos vividos en esta travesía. Que será de mi si esta Ruta ha cambiado, sin saberlo, toda mi vida y me ha dado una amistad que no se olvida y no se si sobreviviré un día, sin tener que mirar el horizonte y pensar que, más allá del sol hay tantas personas que piensan en mí como yo en ellas.

No escucharé un altavoz diciéndome que me levante. Cuando me acueste en mi cama, miraré el techo recordando mi tienda, mi esterilla y mi saco. Al abrir el refrigerador, un vaso de agua me recordará mi cantimplora. Al pasar un carro de bomberos, sentiré nostalgia de aquellas tardes de ducha. Que será de mi cuando me queden las manos vacías, las espaldas sin el peso de las mochilas y cuando sólo las fotografías me hagan llorar al recordar que nada es igual sin mi Ruta Quetzal.

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