Campamento Base. Pico Duarte
Beatriz Delgado, Madrid
Celia Gómez, Madrid
 |

En la imagen, Beatriz y Celia.
|
Tras un repentino cambio de planes por averías
del barco que nos iba a llevar a Jamaica, a donde finalmente no iremos,
Jesús Luna, jefe de campamento, nos informó que adelantaríamos
la subida al Pico Duarte, el monte más alto del Caribe.
La esperada aventura comenzó con el viaje en Guagua, nombre
que reciben los autobuses en la República Dominicana, desde
la fortaleza Ozama en Santo Domingo hasta Jarabacoa. Allí comimos
y pudimos, al fin, comprar algún refresco bien frío.
Desde allí, tras haber comido de nuevo un típico almuerzo
dominicano, salimos con destino a lo que sería nuestro campamento
base: La Ciénaga, nada menos que 1.100 metros de altitud. Para
ello, tomamos unos microbuses, puesto que las carreteras eran intransitables
para las guaguas normales.
La expedición se dividió en 2 grupos. A los del primer
grupo, se les dejó en un puente para así poder volver
a por los demás antes de que anocheceira completamente, lo
que ocurre sobre las 8,00 de la tarde en estas tierras.
Todos allí y con las tiendas montadas, fuimos recibidos por
el Director del Parque Natural Armando Bermúdez.
La cena, la última típica dominicana de momento, constó
de yuca, un tubérculo muy común aquí; batata,
pasta y estofado de ternera.
Después de la cena, que la tomamos muy tarde, fuimos a las
tiendas donde dormimos por primera vez en los sacos que más
abrigan.
Al día siguiente nos levantaron a las 6,00 h. a todos los
expedicionarios y recogimos el campamento base. A partir de este momento,
nos dividieron en 3 grupos de ascenso: el 1, aquel que subiría
a la cima (24 kms.); el 2, aquel que se quedaría en la mitad
(19 kms.); y, por último, aquellos que nos quedaríamos
en el campamento base debido a diversas causas: gastroenteritis, ampollas,
heridas... o por no sentirse capacitados para el ascenso.
Nos dieron el desayuno por orden de salida; y, poco a poco, fuimos
viendo cómo nuestros compañeros se alejaban entre la
espesura verde del bosque tropical, acompañados de mulas.
Los que nos quedamos en el campamento base, tuvimos la suerte de
poder lavar la ropa en un río de agua cristalina, donde más
tarde nos bañaríamos y lavaríamos el cuerpo y
cabello.
Más tarde, apareció Miguel Quadra-Salcedo y nos enseñó
una pelea de gallos, que aquí, en la República Dominicana,
es legal e incluso muy popular. Quienes podían andar sin dificultad,
fueron a una plantación ecológica de tomates que estaba
en proceso de construcción y subvencionada por el gobierno
dominicano.
Al regreso, nos dieron una comida que, al igual que el desayuno,
es la ración de supervivencia del ejército español.
Después de unos días comiendo alimentos dominicanos,
ya añorábamos nuestro chocolate, galletas, sardinas
en lata...
Como al terminar de comer nos dejaron tiempo libre, estuvimos jugando
a las cartas y enseñando a nuestras amigas de otros países
juegos españoles.
La tarde fue muy relajada para el grupo C que pudo darse un baño
en el río, que aunque frío resultó gratificante.
Después de cenar, nos acostamos prontito porque al día
siguiente haríamos una pequeña marcha. Esta marcha,
para los que nos levantamos a las 6 de la mañana, fue de 4
kms. de subida y 4 de bajada y nos ayudó a conocer de cerca
el Parque Natural en el que nos encontrábamos.
De nuevo, un baño en el río nos refrescó y nos
preparó para recoger el campamento y regresar a Jarabacoa en
guagua, en donde esperaríamos a nuestros compañeros
que comenzaban a descender del Pico Duarte.
Muchos besos a nuestras familias, amigos y gente de Aravaca y Tres
Cantos.
